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Terapia Corticoidea

  • 7 de julio de 2009
  • Tiempo de Lectura: 4 Minutos

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INTRODUCCION

En dermatología canina y felina son numerosas las enfermedades que se pueden controlar mediante la administración, a largo plazo, de corticoides. Estas enfermedades generalmente poseen una patogenia inmune, siendo en este caso útil clasificarlas como de naturaleza alérgica y de naturaleza autoinmune (ver tabla).

Las primeras tienen como signo principal la picazón, por lo que hablaremos del «control esteroide del prurito». La base de la terapia en estos procesos es evitar o reducir el contacto con los alergenos implicados, lo cual suele ser factible en los casos de dermatitis alérgica a la picadura de pulgas (DAPP) -mediante un control estricto del ectoparásito-, en la alergia a los alimentos -dieta carente en los alimentos nocivos-, y en la dermatitis de contacto. Sin embargo, en los animales atópicos, aunque existe la posibilidad de la hiposensibilización, hoy en día aún se controlan en gran proporción mediante la sola administración de antipruriginosos.

Los corticoides, como es sabido, poseen numerosos e intensos efectos secundarios cuando se usan a largo plazo, destacando la aparición del síndrome de Cushing iatrogénico que, aunque es más probable observarlo cuando se usan formas inyectables retardadas de manera reiterada, puede ser provocado incluso tras la aplicación continua de corticoides tópicos. Los signos principales que aparecen son la poliuria, polidipsia, polifagia y aspecto cushingoide, con abdomen péndulo, alopecia bilateral simétrica, etc, además de favorecer la presentación de diabetes mellitus y hepatopatía esteroidea, e incrementar la susceptibilidad del paciente a las infecciones.

Igualmente, la administración a largo plazo de corticoides se caracteriza por la supresión del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, debido a la inhibición de la secreción de la hormona liberadora de corticotropina (CRH) a nivel hipotalámico y de la hormona estimulante de la corteza adrenal (ACTH) a nivel hipofisario, lo que produce atrofia de la corteza adrenal y disminución de la secreción endógena de cortisol. El cese brusco en la administración de corticoides exógenos o la aparición de una situación de estrés intenso -traumatismos, cirugía, infecciones- puede desencadenar una crisis aguda de insuficiencia adrenocortical.

MANEJO FARMACOLÓGICO DEL PRURITO

Antes de entrar en detalle, pensamos que es preferible resumir la tendencia actual existente en el control del prurito canino y felino.

En perros, salvo en la alergia a los alimentos, funcionan muy bien los corticoides, aunque sus efectos secundarios a largo plazo inducen a buscar alternativas, las cuales no son tan eficaces, lo que obliga a realizar ensayos en cada paciente.

Por el contrario, en gatos, el uso de antihistamínicos H1 permite un control adecuado del prurito, con pocos efectos secundarios. Además el uso de corticoides a largo plazo plantea efectos secundarios mucho menos intensos que en perros, lo que permite incluso el uso de formulaciones parenterales retardadas, evitando la «molesta» administración diaria de formas orales.

Terapia esteroidea

Existen unas condiciones que definen el uso de los corticoides a largo plazo, al objeto de retardar la aparición de los efectos secundarios; si es posible se deben usar:

sólo cuando son imprescindibles

con la menor dosis que controle el proceso

a días alternos, usando corticoides de vida corta; -prednisona, prednisolona, metilprednisolona- (ver tabla)

solamente cuando otros tratamientos han fallado

siempre vía oral, nunca parenteralmente -una inyección puede alterar la función adrenal 1 mes-

en el pico de liberación endógena de glucocorticoides: matinal en perros y en gatos diurnos, y vespertina en gatos nocturnos.

Fuente: Mascotia.com