Envejecimiento cerebral en los perros
- 23 de agosto de 2010
- Tiempo de Lectura: 11 Minutos
Por: Karen L. Overall
Debido a los grandes avances en el cuidado y la dieta, cada vez más animales viven hasta una avanzada edad. Nos centramos mucho en las edades corporales de nuestros pacientes haciendo hincapié en las mismas cosas que los doctores nos dicen – mantener un peso saludable, tratar la artritis y monitorear las enfermedades sistémicas que comprometen un órgano o un sistema específico, lo cual llega a ser muy común con la edad. Nosotros los seres humanos también nos preocupamos por la salud de nuestro cerebro, temiendo los efectos debilitantes de las tauopatías como la enfermedad de Alzheimer. Entonces, ¿deberíamos preocuparnos por la salud cerebral de nuestros compañeros caninos?
Las continuas investigaciones sugieren que la respuesta a esta pregunta es un inequívoco “¡sí!”. Durante las últimas décadas, hemos cambiado la manera de ver a los animales en general. Ahora es un ser excepcional que ha crecido en nuestra casa o granja, y hemos llegado a reconocer el papel fundamental del vínculo que existe entre el ser humano y el animal en la vida cotidiana de nuestros clientes. Los clientes que han invertido en cuidados veterinarios para ver a sus perros o gatos que atraviesan la mediana edad están dispuestos a hacer todo lo posible no sólo para prolongar la vida de sus mascotas, sino también para garantizar que sus cerebros estén tan sanos como sea posible. La relación que estos clientes valoran es tanto conductual como emocional, y es esta misma relación que el envejecimiento cerebral patológico quita. Corresponde a la medicina veterinaria moderna hacer todo lo posible por prevenir el robo de esa relación.
Consolar a los clientes con el hecho de que sus mascotas han tenido una buena vida y aconsejar la eutanasia no está de moda. El temor de que éste sea el consejo que los veterinarios darán puede impedir que muchos clientes busquen ayuda cuando sus mascotas mayores comienzan a presentar conductas inusuales. En cambio, si animamos a los clientes a anticiparse a los cambios y a intervenir tan pronto como sea posible, estas mascotas y las personas que las quieren pueden pasar muchos años juntos con calidad de vida adicional.
¿Cómo reconocemos el envejecimiento cerebral en los perros?
Mientras que los seres humanos padecemos numerosas tauopatías, cada una con dimensiones cognitivas o anatómicas, el énfasis en los perros radica en un diagnóstico relativamente inespecífico de disfunción cognitiva canina (CD, por sus siglas en inglés), a veces también llamada síndrome de disfunción cognitiva. En los perros, la CD generalmente se diagnostica gracias a un historial de desorientación, alteraciones en las conductas sociales e interactivas, cambios en el comportamiento locomotor y en los ciclos de sueño, y lo que se denomina a menudo pérdida de entrenamiento doméstico. En una CD de inicio temprano, los animales pueden tener una ligera alteración en los ciclos de sueño y parecen más ansiosos. Las alteraciones en los comportamientos sociales e interactivos se pueden presentar como una necesidad mayor, pero pueden cambiar a una forma de desconexión en las interacciones sociales con todas las especies.
Las estimaciones de numerosos estudios sugieren que al menos el 25 por ciento de los perros mayores de 10 años muestra uno de estos signos asociados con el envejecimiento cerebral, y que a los 15 años, más del 60 por ciento de los perros está afectado en cierta medida.
¿Qué parece ocasionar los destructivos cambios del envejecimiento cerebral?
Si entendemos lo que sucede a nivel celular y molecular a medida que la edad avanza, el camino para evitar o tratar el envejecimiento cerebral patológico se hará más claro. Existen tres principales aspectos que contribuyen a la problemática de los cambios cerebrales relacionados con la edad: los cambios oxidativos relacionados con los procesos, como la formación de radicales libres; la formación de lesiones, incluidas aquellas compuestas de amiloide; y los cambios en la disponibilidad de energía y oxígeno. Todos estos factores interactúan para comprometer la función cerebral.
Daño oxidativo
El envejecimiento se asocia con un incremento en la expresión de los genes relacionados con el estrés y la inflamación. Los cambios en la expresión genética son claves para entender por qué tanto nosotros como nuestras mascotas podemos tener dificultades de aprendizaje a medida que la edad avanza. Como resultado de estos cambios, se produce la pérdida neuronal en el hipocampo – la sección del cerebro que participa principalmente en el aprendizaje asociativo. Esta pérdida de neuronas se asocia con la disminución en la expresión de los genes que afecta la capacidad de las neuronas de enviar y recibir señales.
Cualquier cosa que cause inflamación o daño en las neuronas – agresión oxidativa, enfermedades, traumas – afecta a los neuroquímicos que permiten que las neuronas se comuniquen entre sí. Para mantener canales eficaces de comunicación entre las neuronas, deben existir numerosas conexiones eficientes. Estas conexiones se mantienen gracias al uso ya que el recordar y hacer memoria molecular activa un sistema mensajero secundario que a la larga estimula un factor neurotrófico importante llamado factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés). El BDNF, que estimula la proteína de unión al elemento de respuesta al AMP cíclico (CREB), tiene tres funciones principales: 1) aumenta el crecimiento de las neuronas serotoninérgicas (5-HT) y noradrenérgicas (NE), 2) protege estas neuronas de los daños neurotóxicos y 3) ayuda en la remodelación de los receptores neuronales. Al estimular la CREB, que facilita la transcripción de proteínas, el BDNF juega un papel crucial en la creación y reparación de todos los componentes de las neuronas.
Amiloide
Al igual que en los seres humanos, cuando las neuronas caninas empiezan a sufrir de agresiones oxidativas, puede originarse un depósito de amiloide. Los perros desarrollan placas compuestas de beta-amiloide que son similares a las observadas en los seres humanos. Cuando del depósito de amiloide es extenso, se interrumpe la comunicación entre las neuronas, lo cual agrava los procesos discutidos anteriormente.
Cambios en la disponibilidad de energía y oxígeno para el cerebro
La glucosa se considera la energía cerebral común, pero no se almacena. La forma almacenada de la glucosa es el glucógeno. El glucógeno se encuentra principalmente en los astrocitos, y la cantidad de glucógeno disponible se ve afectada por la concentración de glucosa y por la presencia y función de los neurotransmisores. Durante la hipoglucemia, el glucógeno se convierte en lactato a través del piruvato (glucosa> piruvato> lactato). El lactato se transfiere luego a las neuronas adyacentes. La conversión y la transferencia permiten que las neuronas utilicen una fuente de combustible aeróbico.
El uso de lactato en los episodios de hipoglucemia puede ampliar las funciones del axón durante 20 minutos o más – un prolongado tiempo para una neurona. El glucógeno astrocítico también se convierte en lactato durante los períodos de intensa actividad de los nervios, lo que demuestra el papel de los astrocitos como banco de los compuestos de conversión de energía. Se cree que gran parte del lactato utilizado como fuente de energía proviene de los procesos glucogénicos ya que el lactato, en sí, es una molécula demasiado grande para atravesar la barrera hematoencefálica.
Se ha propuesto los cuerpos cetónicos y los ácidos grasos como fuentes alternativas de energía debido a sus efectos moduladores en la hipoglucemia. El beta-hidroxibutirato (beta-OHB), en particular, puede ser útil para proteger las neuronas del hipocampo de la toxicidad. Un estudio clínico doble-ciego controlado con placebo en pacientes levemente afectados por la enfermedad de Alzheimer, que recibían un suplemento de Triglicéridos de Cadena Media (MCT, por sus siglas en inglés), mostró una mejoría en un cierto número de mediciones de pruebas cognitivas, tal como una mejoría correlacionada con los aumentos de beta-OHB.1 Tenga en cuenta que este resultado dependía del genotipo de la apolipoproteína E (APOE) ya que sólo los pacientes sin alelo APOE-épsilon 4 respondieron a la elevación aguda de beta-OHB.
El rol del adecuado aprovisionamiento de energía cerebral no se separa del rol de protección contra las lesiones de beta-amiloide. En un estudio de 8 beagles entre 9 y 11 años (cuatro para el control y cuatro para el tratamiento), el suplemento con MCT en una dosis de 2 g/kg/al día mejoró la función mitocondrial, que fue más pronunciada en el lóbulo parietal2. Los niveles estables de proteína precursora amiloidea (APP, por sus siglas en inglés) también disminuyeron en el lóbulo parietal después de una suplementación a corto plazo, lo cual lleva concluir que la suplementación de MCT a corto plazo puede mejorar el metabolismo de energía cerebral y también disminuir los niveles de APP en los perros mayores.
Los ácidos grasos poliinsaturados también pueden desempeñar un papel interactivo en la integridad neuronal y la energía disponible en el cerebro. Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga que comúnmente participan en la integridad de las neuronas y el desarrollo del sistema nervioso son el ácido araquidónico (ARA), el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentanóico (EPA). Todos estos ácidos grasos poliinsaturados son esenciales para el desarrollo del cerebro. Se cree que el ARA mantiene la fluidez de la membrana celular del hipocampo y protege a las células del hipocampo del estrés oxidativo.
El DHA puede fomentar el aprendizaje asociativo específico a la etapa del desarrollo, aunque los datos son contradictorios. La suplementación con DHA y EPA afecta la concentración de estas sustancias en los cerebros de las ratas, pero su distribución no es uniforme. Las dietas deficientes en ácido alfa-linoleico causan especialmente disminuciones de DHA en la corteza frontal – la parte del cerebro responsable del aprendizaje complejo y la integración de la información y la función ejecutiva. En los perros, las bajas concentraciones de DHA durante la gestación o la lactancia disminuyen la sensibilidad retiniana de los cachorros, lo cual puede tener resultados conductuales profundos y complejos. Los datos actuales apoyan la necesidad de DHA para el óptimo desarrollo neurológico en los cachorros, y existen indicios de que puede mejorar las capacidades cognitivas tempranas y a largo plazo; sin embargo, los datos son escasos.
El deterioro cognitivo relacionado con la edad de los perros puede estar asociada con la disminución de los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 en el cerebro.3 Dado que los MCT aumentan la oxidación de los ácidos grasos, también pueden incrementar los ácidos grasos poliinstaurados omega 3 en el cerebro mediante el metabolismo del tejido adiposo. En un estudio, cuya duración fue de dos meses, ocho beagles (cuatro para el control y cuatro para el tratamiento) consumieron una dieta rica a base de MCT. El enriquecimiento aumentó las concentraciones totales de los fosfolípidos y de los lípidos del cerebro.
Conclusión
Nosotros y nuestros perros envejeceremos y moriremos, pero no debemos ir con cuidado a esa noche buena. Más bien, mediante un uso juicioso e inteligente de la dieta, la medicación y el ejercicio, podemos extender la calidad de vida para nosotros y para los perros que nos aman.
Dra. Overall, miembro de la facultad en la Universidad de Pensilvania, ha dado cientos de presentaciones nacionales e internacionales sobre la medicina conductual. Tiene un diplomado del American College of Veterinary Behavior (ACVB) y está certificada por Animal Behavior Society (ABS) como Conductista Animal.
Referencias
1. Reger MA, Henderson ST, Hale C, et al. Effects of beta-hydroxybutyrate on cognition in memory-impaired adults. Neurobiol Aging 2004; 25(3):311-314.
2. Studzinski CM, MacKay WA, Beckett TL, et al. Induction of ketosis may improve mitochondrial function and decrease steady-state amyloid-beta precursor protein (APP) levels in the aged dog. Brain Res 2008; 1226:209-217.
3. Taha AY, Henderson ST, Burnham WM. Dietary enrichment with medium chain triglycerides (AC-1203) elevates polyunsaturated fatty acids in the parietal cortex of aged dogs: implications for treating age-related cognitive decline. Neurochem Res 2009;34(9):1619-1625
Vía: DVM