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Estudio examina los riesgos asociados a la displasia de cadera

  • 11 de noviembre de 2010
  • Tiempo de Lectura: 5 Minutos

Por: Cheryl Higley

El Dr. Gail Smith, profesor de cirugía ortopédica, autor principal y director del Programa PennHIP, explica que «el método PennHIP mide una mayor laxitud de cadera debido a la posición específica en la que se coloca la cadera. En esta posición se aplica una pequeña fuerza de distracción, y se revela de 2.5 a 11 veces más laxitud articular. Esta es la laxitud cuantificada por el índice de displasia, y que, según múltiples estudios, está significativamente correlacionada con el riesgo de desarrollar osteoartritis».

Según el Dr. G.G. Keller, director de servicios veterinarios de la Orthopedic Foundation for Animals (Fundación Ortopédica para los Animales, OFA,), esta afirmación no da en el blanco. «(El estudio) está comparando manzanas con naranjas porque el método de la OFA no está diseñado para medir la laxitud articular. Se trata de metodologías diferentes», indica, y añade que la laxitud articular no es el único factor que se debe considerar en la evaluación de susceptibilidad a la displasia de cadera.

Comparando los resultados globales del estudio, el 52 por ciento de los perros cuya cadera entraba en la categoría de “excelente”, según la calificación de la OFA, el 82 por ciento en la categoría de “bueno”, según la calificación de la OFA y el 94 por ciento en la categoría “correcta” según la calificación de la OFA estuvieron por encima del umbral PennHIP de 0.3, lo cual indica que todos son susceptibles a desarrollar osteoartritis por displasia de cadera aunque hayan sido calificados como “normales” por la OFA. Todos los perros considerados “con displasia” tenían una laxitud de cadera por encima del umbral de 0.3 de PennHIP, es decir, hubo un acuerdo entre los dos métodos que muestran displasia de cadera o susceptibilidad a displasia de cadera

Según los investigadores de Pensilvania, aunque los criadores deben reproducir selectivamente sólo a aquellos perros que tienen caderas calificadas por la OFA como “excelentes”, el estudio sugiere que de 52 a 100 por ciento de la progenie, dependiendo de la raza, sería susceptible a la displasia de cadera basado en el método de puntuación de Penn.

En el estudio, ambos métodos se aplicaron a una muestra de 439 perros de más de 2 años. Las cuatro razas más comunes incluidas en el estudio fueron Pastores Alemanes, Labrador Retriever, Golden Retriever y Rottweiler, todas razas comúnmente susceptibles a la displasia de cadera.

Los resultados, según los investigadores, indican una debilidad en las prácticas actuales de reproducción. Si los criadores siguen seleccionando los candidatos para la cría basándose en los porcentajes tradicionales, entonces, seguirán emparejando a perros susceptibles y dejarán de mejorar la calidad de la cadera en las generaciones futuras.

Keller está detrás de los métodos de la OFA y cree que la transparencia de los datos disponibles de la OFA es invaluable. «Tenemos una muestra abierta de datos, y hacemos un seguimiento de los resultados y tendencias dentro de las razas», explica. Cualquier persona en el dominio público tiene libre acceso a los resultados, que es esencial para garantizar que las normas de reproducción permanezcan altas. Por ejemplo, un criador que busca potenciales sementales puede refinar su búsqueda con el fin de seleccionar sólo a aquellos perros que tienen caderas «excelentes» y disminuir la susceptibilidad a la displasia de cadera.

Smith indica que a pesar de los programas bien intencionados de detección para reducir la frecuencia de la enfermedad, se han hecho pocos avances porque se considera de manera errónea que la displasia de cadera es una enfermedad «todo o nada» – la mascota tiene o no la enfermedad.

La característica clave del método radiográfico PennHIP, dice, es su capacidad de determinar qué perros pueden ser susceptibles a la osteoartritis en el futuro.

«Tenemos que dejar de lado la idea de «todo o nada». Hay un grado variable de susceptibilidad a la enfermedad», explica.

«Si el perro tiene un índice de displasia por encima de 0.3, la susceptibilidad de tener displasia de cadera aumenta, pero esa no es una garantía de que el perro desarrollará la condición».

Para lograr el control genético de la displasia de cadera, según los investigadores, una prueba exacta deberá reducir al mínimo los diagnósticos falsos-negativos que por error permiten la reproducción de perros que llevan los genes que codifican la displasia. En particular, para una enfermedad de inicio tardío, tal como la displasia de cadera, los perros que quedan en el grupo de genes no sólo deben estar libres de signos evidentes de displasia en el momento de la evaluación (2 años de edad para la OFA), sino que idealmente no deberían ser susceptibles a la osteoartritis por displasia de cadera que se produce en el futuro.

«No queremos que la gente piense que si el perro está en riesgo no puede ser reproducido», dice Smith. «Pero si podemos estrechar el grupo genético y sólo reproducir a aquellos perros que son mejores que el promedio, se puede hacer una diferencia».

El estudio fue realizado por Smith, Michelle Y. Powers, Georga T. Karbe, Thomas P. Gregor, Pamela McKelvie, William T. N. Culp y Hilary H. Fordyce del Departamento de Estudios Clínicos en Penn Vet. Culp se encuentra actualmente en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de California, Davis.

El estudio fue financiado por la Universidad de Pensilvania, los Institutos Nacionales de Salud, The Seeing Eye Inc., Morris Animal Foundation y Nestlé Purina Co. El artículo fue publicado en el la revista de la American Veterinary Medical Association.

Smith, quien es el inventor, y la Universidad de Pensilvania, que tiene la patente, tienen un interés económico en el método PennHIP.