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Sin supervisión, cualquier raza de perro es un potencial peligro para niños pequeños

  • 17 de noviembre de 2010
  • Tiempo de Lectura: 4 Minutos

A medida que las mordeduras de perros se convierten en un problema de salud pública cada vez más importante, un nuevo estudio demuestra que los niños sin supervisión se encuentran en mayor riesgo de mordeduras. Además, indica que los culpables suelen ser las mascotas de la familia, los cuales si muerden una vez, volverán a hacerlo y el segundo ataque será mucho más brutal que el primero.

El estudio, el más grande de su tipo, realizado por Vikram Durairaj, MD, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado, encontró que los perros usualmente tienen como blanco la cara y los ojos de un niño y con mayor frecuencia el agresor es de una raza considerada ‘buena’ con los niños, como un Labrador Retriever.

«La gente suele pensar que el perro de la familia es inofensivo, pero no lo es», dijo Durairaj, profesor asociado de Oftalmología y Otorrinolaringología – Cirugía de Cabeza y Cuello, quien presentó su estudio el mes pasado en la reunión anual de la Academia Americana de Oftalmología. «Hemos visto fracturas faciales alrededor de los ojos, párpados arrancados, daños al sistema de drenaje lagrimal y al propio ojo.»

Algunas heridas son tan graves que los pacientes requieren varias cirugías reconstructivas.

Durairaj expresó que las mordeduras caninas son especialmente devastadoras para los niños porque son más pequeños y sus caras están a poca distancia de la boca del animal. La probabilidad de que un niño sea mordido en su vida es de aproximadamente 50 por ciento y el 80 por ciento de las mordeduras involucra la cabeza y el cuello.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, unos 4.5 millones de personas son mordidas cada año y 885.000 requieren atención médica. El costo total se estima en hasta $ 250 millones.

El estudio examinó a 537 niños que recibían tratamiento por mordeduras faciales en el Hospital Infantil del Campus Médico de Anschutz de la Universidad de Colorado entre 2003 y 2008. Durairaj encontró que el 68 por ciento de las mordeduras ocurrió en niños de 5 años o menos con mayor incidencia en niños de 3 años. En la gran mayoría de casos, el niño conoció al perro por medio de la familia, un amigo o un vecino. Y en más de la mitad, estos ataques fueron provocados cuando el niño acariciaba de forma brusca, asustaba o pisaba al animal.

Los perros no eran razas por lo general asociadas con ataques. Durairaj encontró que las razas mezcladas eran responsables del 23 por ciento de las mordeduras seguidas de los Labradores Retrievers en 13.7 por ciento. Los Rottweilers atacaron en un 4.9 por ciento de los casos, los pastores alemanes en un 4.4 por ciento, y los Golden Retrievers en un 3 por ciento. El estudio se realizó en el área de Denver, donde están prohibidos los Pit Bulls.

«Lo que se desprende de nuestros datos es que casi cualquier raza de perro puede morder», dijo Durairaj. «La tendencia de un perro a morder está relacionada con la herencia, la experiencia inicial, la socialización y el entrenamiento posterior, la salud y el comportamiento de la víctima».

Hizo hincapié en que la familiaridad con un perro no protege contra los ataques y si un perro muerde a una vez, es probable que vuelva a hacerlo y que el segundo ataque sea más cruel que el primero. La primera vez que un perro muerde, dijo, debe ser alejado del hogar.

«Me llamaron a ver una mordedura de perro. Una niña tenía una herida penetrante en su labio. Dos días más tarde vi a la misma niña, pero esta vez sus párpados estaban arrancados, y tenía laceraciones severas en el oído y en el cuero cabelludo», dijo Durairaj. «Es responsabilidad de los padres reconocer las razas agresivas, así como los comportamientos y nunca permitir que sus hijos pequeños queden sin vigilancia cerca a cualquier perro».