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¿Los dueños de mascotas son más sanos y felices?

  • 27 de febrero de 2012
  • Tiempo de Lectura: 4 Minutos

Para muchas personas, Fido y Fluffy son más que animales, son verdaderos miembros de la familia. Y no es difícil ver por qué. Nuestras mascotas nos saludan en la puerta después de un largo día de trabajo, se sientan en nuestro regazo mientras estamos viendo televisión, o “cantan” cuando tarareamos una melodía. Ellos nos ofrecen compañerismo e incluso una sensación de comodidad. Nos gusta pensar que nuestras mascotas son buenas para nosotros, que enriquecen nuestras vidas y que nos hacen más felices, y los mensajes publicitarios y en los medios de comunicación refuerzan estas creencias. ¿Pero realmente existe un “efecto mascota” en la salud física y mental de las personas?

De acuerdo con Harold Herzog, profesor de Psicología de la Western Carolina University, simplemente no existe una fuerte evidencia que apoye la afirmación general de que vivir con una mascota hace que tengamos una vida más feliz, más sana o más longeva.

En un nuevo artículo, que se publicó en la edición de agosto de Current Directions in Psychological Science, una revista de la Association for Psychological Science, Herzog afirma que los estudios existentes sobre la tenencia de mascotas ha producido resultados muy contradictorios. Aunque algunos estudios sugieren que tener una mascota se asocia con resultados positivos para la salud, como menores tasas de depresión o presión arterial más baja, otros estudios sugieren que los dueños de las mascotas no están en mejor situación, y pueden estar incluso peor en algunos aspectos que las personas que no tienen mascotas. La razón de estas inconsistencias, según Herzog, radica en que los estudios sobre la tenencia de mascotas a menudo presentan problemas metodológicos, tales como muestras pequeñas y homogéneas, falta de grupos de control apropiados y dependencia de las opiniones de los participantes para valorar su salud y bienestar. Además, muy pocos estudios han utilizado el diseño experimental necesario para demostrar que las mascotas realmente mejoran la salud y el estado anímico del propietario.

Herzog, quien es el autor del libro Some we love, some we hate, some we eat: Why it’s so hard to think straight about animals, se apresura en señalar que él mismo es dueño de una mascota y amante de los animales. “No estoy tratando de denigrar el papel de los animales en la vida humana, lo que estoy tratando de hacer es justo lo contrario”, dice. Es perfectamente plausible que nuestras mascotas realmente nos provean beneficios médicos y psicológicos, pero “simplemente no sabemos lo fuerte que es el efecto, para qué tipo de personas funciona, y cuáles podrían ser los mecanismos biológicos y psicológicos subyacentes”.

La idea de que las mascotas tengan beneficios psicológicos ha llevado a una confusión entre lo que consideramos animales de compañía y lo que consideramos animales terapéuticos o de servicios. Herzog observa que la Americans with Disabilities Act tuvo que ser revisada recientemente a fin de aclarar el hecho de que sólo los perros entrenados y los caballos miniatura que cumplen una función de servicio específico podrían legalmente considerarse como animales de servicio.

Con el fin de entender realmente los efectos que las mascotas tienen en nuestras vidas, Herzog manifiesta que se necesita realizar una investigación más rigurosa. Los animales son importantes en muchos aspectos de la vida humana, y la investigación sobre las relaciones entre las personas y los animales es importante porque “ofrece un marco para los asuntos realmente importantes en la psicología humana” y puede ayudar a arrojar luces sobre muchas de nuestras prácticas culturales y éticas. En un nivel más práctico, es claro que las mascotas pueden tener una función terapéutica en ciertas situaciones – la cuestión es averiguar cuáles. “Digamos que algunos niños con autismo se benefician de la interacción con los animales – ¿No sería fantástico poder saber cuáles niños se van a beneficiar y cuáles no?”

Herzog señala que la comunidad científica está comenzando a tomar en serio estos temas. En el 2008, los Institutos Nacionales de la Salud iniciaron un programa para financiar estudios que examinen los beneficios médicos y psicológicos de las mascotas en los niños. Herzog recomienda que los científicos psicológicos se involucren realmente en esta investigación: “Creo que en cinco años vamos a tener algunas respuestas”.