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Reto veterinario: Toxicología – Gato doméstico

  • 15 de agosto de 2018
  • Tiempo de Lectura: 6 Minutos


Autor:
Dr. Sergi Serrano
Licenciado en 1993 por la Universidad Autónoma de Barcelona. Inicialmente centró su actividad en medicina de urgencias y cuidados intensivos en Barcelona (España). En 2003 se desplazó a Londres para iniciar una residencia en urgencias y cuidados intensivos y obtuvo la diplomatura del American College of Veterinary Emergency and Critical Care (ACVECC) en 2006, tras lo cual permaneció en clínica privada en el Reino Unido. En 2008 se trasladó a Estados Unidos, donde en la actualidad trabaja en Connecticut. Ha publicado numerosos artículos y capítulos de libros en temas de urgencias y cuidados intensivos, y ha participado como ponente en más de 60 congresos y cursos tanto en Europa, Norteamérica y Sudamerica. Sus principales áreas de interés son la monitorización de la perfusión, las alteraciones hemodinámicas en sepsis y el uso clínico de gradientes arteriovenosos.


Se presenta en la consulta un gato doméstico de pelo corto, macho castrado, de 3 años de edad. No tiene acceso al exterior, y convive con un perro en la misma casa.

Durante las últimas 12 horas, el gato ha estado temblando, salivando intermitentemente, y en ocasiones los temblores son tan intensos que el propietario creía que iba a convulsionar.

La exploración inicial muestra un paciente agitado, con hiperreflexia, pupilas dilatadas, temblores que se agravan en intensidad y duración con cualquier estímulo interacción, incoordinación y ataxia.

Al cuestionarlo más en detalle, el propietario admite que había comprado un producto en pipeta para las pulgas, que aplicó al perro, y guardó “un par de gotitas” que aplicó al gato 12 horas antes de encontrarlo con esos signos. Compró el producto de un pet shop y no recuerda el nombre.

No hay medicaciones ni plantas en la casa, y el gato come una mezcla de pienso seco y comida en lata del supermercado.

No está al corriente de vacunaciones (se vacunó de todo cuando era cachorrito) y no ha visitado a un veterinario desde su castración a los seis meses porque “siempre ha estado sano y no sale de casa”.

 

  • ¿Cuáles son tus diagnósticos diferenciales, y cuál tu diagnóstico presuntivo?
  • ¿Cuál sería tu plan de acción y tratamiento inicial, y por qué?

a) Los signos clínicos son característicos de una intoxicación por organofosforados, y por tanto administraríamos atropina intravenosa seguida de pralidoxima (2-PAM). La respuesta es inmediata y no se requeriría hospitalización ni más tratamientos.

b) Este gato seguramente tiene una encefalopatía hepática o epilepsia idiopática y sus signos no tienen nada que ver con la pipeta. Se debería obtener una analítica de sangre completa, incluyendo ácidos biliares pre y post prandriales, y mientras se esperan los resultados administar diazepam o midazolam intravenosos, así como enemas de lactulosa. El gato necesitará estar hospitalizado como mínimo hasta que tengamos los resultados de la analítica y se pueda decidir el tratamiento a largo plazo.

c) Los signos clínicos son característicos de intoxicación por piretrinas o permetrinas, que además son unos de los compuestos más comunes en los insecticidas que se pueden obtener sin veterinario. El gato debería ser hospitalizado para tratamiento con metocarbamol (para los temblores musculares), terapia de soporte (fluidoterapia). En caso de tener disponibilidad, administrar lípidos intravenosos acortaría la recuperación mucho, ya que con fluidoterapia convencional estos pacientes pueden requerir más de 48 horas de hospitalización hasta que los signos desaparecen.

d) Los signos claramente neurológicos de este gato indican con mucha probabilidad una enfermedad intracraneal. Debido a que está siempre en casa, se puede descartar una causa traumática o infecciosa, y por tanto una causa inflamatoria o linfoma serían los diagnósticos más probables. En ausencia de diagnósticos avanzados como resonancia magnética o análisis del líquido cefalorraquídeo, se podría considerar un tratamiento empírico con corticosteroides a dosis antiinflamatorias.

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