Los cerebros caninos están cambiando debido a la cría selectiva
- 14 de septiembre de 2010
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Por primera vez, los científicos han demostrado que la cría selectiva de perros domésticos no sólo está transformando radicalmente el aspecto de los animales, sino que también está impulsando grandes cambios en el cerebro canino.
Investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur y la Universidad de Sydney han descubierto que los cerebros de muchas razas caninas de hocico corto han girado hacia delante hasta 15 grados, mientras que la región cerebral que controla el olor fundamentalmente se ha reubicado.
Las grandes variaciones en el tamaño y la forma del cráneo del perro tienen más de 12.000 años de cría en busca de rasgos funcionales y estéticos.
El descubrimiento de esta dramática reorganización del cerebro canino plantea importantes preguntas sobre los impactos en el comportamiento del perro.
Investigadores del Programa para la Investigación del Cerebro y el Envejecimiento de la Universidad de Nueva Gales del Sur y la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Sydney utilizaron imágenes de resonancia magnética (RM) para observar los cerebros de una amplia gama de razas.
«Hemos encontrado correlaciones fuertes e independientes entre el tamaño y forma del cráneo de un perro, y la rotación cerebral y la posición del lóbulo olfativo», dijo el coautor del estudio, el Dr. Michael Valenzuela, de la Facultad de Psiquiatría de la Universidad de Nueva Gales del Sur.
«A medida que la cabeza o el cráneo del perro se vuelve más plano – como el pug – el cerebro rota hacia delante y el centro cerebral del olor se desplaza hasta la posición más baja del cráneo», dijo el Dr. Valenzuela.
Ningún otro animal ha gozado del nivel de afecto humano y compañerismo que el perro, y tampoco ninguno ha experimentado esta intervención sistémica y deliberada en su biología a través de la cría selectiva, señalan los autores. La diversidad sugiere un nivel único de plasticidad en el genoma canino.
«Los canes parecen ser increíblemente sensibles a la intervención humana mediante la cría. Es sorprendente que el cerebro de un perro puede adaptarse a estas enormes diferencias en la forma del cráneo a través de este tipo de cambios –es algo que no se ha documentado en otras especies», menciona el Dr. Valenzuela.
Los impactos sobre la salud originados por los desordenes específicos de cada raza – como la encefalitis y los problemas de cadera en pastores alemanes – están bien documentados; sin embargo, hasta la fecha poco se conoce de los efectos de la intervención humana en los cerebros caninos.
El profesor asociado y coautor Paul McGreevy de la Universidad de Sydney señaló: «Creemos que los perros viven en un mundo de olores – pero este hallazgo sugiere fuertemente que el mundo olfativo de un perro puede ser muy diferente al de otro perro».
El siguiente paso obvio consiste en averiguar si estos cambios en la organización cerebral también están vinculados a diferencias sistemáticas en la función cerebral de los perros.